TRADICIONES AMANTECAS

TRADICIONES    AMANTECAS
 Ma. Elena Solórzano
  
 En San Miguel Amantla (Amantlan nombre en     náhuatl) existió una gran tradición artesanal y artística, que duró  varios siglos si consideramos que este sitio es el más antiguo de Azcapotzalco, en épocas prehispánicas allí se reunían todos los amantecah y los pochtecah, los trabajos que realizaban eran verdaderas joyas admiradas por todos los pueblos del Anáhuac.
 
“Los oficiales labran el oro de dos maneras: unos se llaman martilladores, majan el oro con piedras o con martillos para hacerlo delgado como papel. Otros asientan el oro o la plata, son verdaderos oficiales que llevan por nombre toltecas.” 1
 
Pero no sólo se trabajaba el oro y la plata, también labraban con primor  las piedras preciosas, con la pluma realizaban verdaderos primores   y en cuánto a la pintura de mantas eran verdaderos expertos.
 
“Según que los viejos antiguos dejaron por memoria la etimología de este vocablo  amantecah.
En este barrio honraban a una deidad principal que llamaban Cóyotl Ináhual, tenía su cú o templo y una representación del mismo. Hacían fiesta a sus dioses dos veces al año, todos los amantecah se reunían en el barrio de Amantlan. Allí cantaban y hacían velar a todos los que morirían como ofrenda a las deidades. Antes de morir les daban un brebaje que llamaban itzpoctli, (pulque con alguna hierba alucinógena) para que no  sufrieran al morir”. 2 
 
 Los cronistas se refieren al hecho de que había mujeres amantecah.
Ellas preparaban la segunda fiesta a las diosas Xiuhtlati y Xilo principalmente, aunque también se honraba a los otros dioses.
Todas estas mujeres se juntaban en Amantlan  y se arreglaban imitando a las diosas, los hombres sólo se emplumaban las piernas con plumas rojas. Ofrecían sus hijos  y prometían: los varones irían al Calmecac para que fueran diestros en las artesanías y si
era mujer para que fuera gran labradora de piedras y teñidora en todos los colores.
Los calpulli de los amantecah y los pochtecah estaban juntos. Cuando había festejos los compartían, en un lado se sentaban los mercaderes y en otro los artistas.
Consideraban importantes a los comerciantes porque ellos traían las plumas desde lejanas tierras y los artesanos eran importantes para los comerciantes porque ellos adquirían las plumas para su trabajo como los penachos de danzantes y los penachos y rodelas que usaban los señores principales.
  
“Tanto debe ser más admirado y estimado, es el oficio y arte que tan bien y perfectamente obrar saben, de hacer con la pluma natural, con sus mismos naturales colores, todo aquello que, excelentes y primos pintores pueden con pinceles pintar. Solían hacer muchas cosas de plumas, como animales y aves y hombres, capas o mantas para cubrirse y vestimentas para los sacerdotes, rodelas y otras mil cosas que se les antojaban.
Estas plumas eran verdes coloradas o rubias, moradas, encarnadas, amarillas, azules, verde claro, verde oscuro, negras y blancas, no teñidas por alguna industria humana, sino todas naturales, tomadas de diversas aves, por eso apreciaban a toda clase de aves, porque todas se aprovechaban; hasta de los pajaritos más chiquitos que por toda la tierra y el aire podían hallarse, guardaban las plumas para que todos los matices de colores concordasen. La obra hermosean tanto y más propiamente que ningún pintor del mundo. Asentaban esta pluma sobre lienzo de algodón y sobre una tabla, y en ello, de la misma manera que si fuera con pinceles de los colores que tuvieran aparejados en sus recipientes o conchas, así tomaban de las plumitas de todos los colores que tenían en sus vasos. Si querían hacer el rostro de un hombre o figura de otro animal  y era menester pluma blanca, tomaban de la blanca o si verde o colorada, de todas tenían, pegábanla  con cierto engrudo muy sutilmente, de manera que para el rostro de un hombre o de animal, donde se requerían poner blanco y negro y la niña del ojo, con la sutileza de un gran pintor,  con un delicado pincel hacían la diferencia de las partes del ojo.  Esto es cierto cosa maravillosa.
Un árbol, una rosa, una hierba, un ave, una mariposa, un monte, una peña, parecía que estaba viva.
Si hacen un dosel, un manto o vestidura, por una parte parece ser dorada sin tener oro, por otra parece tornasol, por otra tiene lustre verde, mirándola al través tiene otro color.”3
 
Cuentan los cronistas de la época que los oficiales de la pluma se abstraían tanto en su labor que a veces pasaban el día entero sin comer y sin beber, escogiendo minuciosamente las plumas que usaban y mirando una y otra vez su obra bajo la claridad del sol, de la sombra y en la noche bajo la luz parpadeante de la llama de un ocote, así observaban los diferentes efectos de la luz en los colores.
Como una muestra de este bello oficio se conservan el copilli de Moctezuma y el mosqueador de Netzahualcóyotl en el Museo Etnográfico de Viena.
Destacaron también en la orfebrería, las joyas que elaboraban eran de una perfección increíble y cuando las observaron los españoles despertaron su codicia, sin lugar a dudas muchas de ellas habían sido hechas por los habitantes del admirable pueblo de artesanos que fue Amantlan.
 
“ Vaciaban los plateros en oro y plata las más perfectas imágenes de las cosas naturales. Sacaban por fundición un pescado con las escamas entreveradas de oro y plata. Un papagayo con la cabeza, lengua y alas movedizas. Un mono al cual se le jugaban los pies y la cabeza, con un huso en la mano en ademán de hilar. Engastaban piedras en oro y plata, hacían unas joyas curiosísimas de inestimable valor. Este arte maravilloso que poseyeron los primeros toltecas y cuya invención y perfección atribuyen a Quetzalcóatl”4
 
Los que labraban la piedra lo hacían sin acero y su cincel era un pedernal. Había un material  muy vidrioso la obsidiana por lo que se dificultaba mucho trabajarla, sin embargo con su constancia y empeño lograron esculpir obras maravillosas.                
Las mantas entretejidas de pluma y pelo de conejo y adornadas con cuentas de piedras semipreciosas como son el jade y la turquesa,      los collares de cuentas tornasoladas, la conchas, ajorcas, bezotes,  pectorales orejeras de oro y plata no se volvieron a mirar, toda esa riqueza que exhibían los tlatoanis despareció a la llegada de los españoles. Los finas piedras fueron sustituidas por groseras cuentas de vidrio y los metales preciosos por otros de menor valía.  Las vestimentas se convirtieron en caricatura de los espléndidos atuendos de los tepanecah y los mexicah.
Las ocupaciones de los habitantes de San Miguel Amantlan (nombre actual) han variado, ya no es el lugar de los amantecah, pero su pasado fue glorioso, ahora es un pueblo trabajador que lucha otra vez por mejorar su condición de vida y por conservar su patrimonio prehispánico que está en peligro de desaparecer.
 El último amantecatl, el Sr. Jesús Valle Valeriano es un gran artista del arte plumario, vive en el barrio de San Miguel Amantlán, nació el 31 de diciembre en la calle de Sánchez Trujillo en la colonia San Alvaro, posteriormente se muda a San Miguel.
 
“Yo vivo donde fue un importante pueblo amanteca, cuentan que aquí mandaban a hacer sus penachos y pectorales los grandes tlatoanis  como Tezozómoc. Curiosamente mi nombre en náhuatl es Cuauhtlatohuac Miquiztli (águila que habla)...”  (Jesús Valle, 2000: comunicación oral).
 
El arte plumario lo aprende de su padre que era danzante y elaboraba sus trajes con sus accesorios de pluma, él también empieza a elaborar diferentes piezas como penachos y cuadros. Su ocupación es comerciante y en sus ratos libre es cuando cultiva el arte heredado y que ha sido trasmitido de generación en generación:
 
“...Aprendí a hacer copillis (coronas) a la edad de 35 años...”
 
Su trabajo le ha valido varios reconocimientos, el más importante es el que le otorgó el Fondo Nacional para las Artesanías (FONART) al concederle el primer lugar  por el “Penacho Real”,obra que es una réplica del penacho de Moctezuma, sus trabajos han sido expuestas en el museo de la Cuidad de México, en el Centro Cultural José Martí  y en la sala Tepecuicatl de la delegación Gustavo A. Madero.
A pesar de los esfuerzos realizados por este artista, el crear y difundir este trabajo que ha maravillado a propios y extraños es cada vez más difícil y costoso.
 
“...Hice algunos cuadros de pluma con los temas de jardines, volcanes y guerreros, ya no los volví a hacer porque me falló la pluma, pues el hombre que me la conseguía en el mercado de Sonora cerró su establecimiento y ya es muy difícil conseguirlas, pues deben ser originales de diferentes aves, pues esas no se tiñen.
Desgraciadamente no hay retribuciones para las cosas que hago y los penachos salen muy costosos pues tengo que importar la pluma de la Ciudad de Los Angeles, U.S.A.,como la de guacamaya; cada pluma me cuesta $250.00, utilizo por lo menos diez. Ya aquí no hay
 pluma por lo que se tiene que importar de Guatemala, venden las de quetzal a $3000.00...”
 
Don Jesús Valle Valeriano no ha podido llevar sus obras al extranjero, pues no pueden pasar las aduanas por las plumas   que están hechas, pues es materia orgánica, para poderlo hacer es necesario un capelo perfectamente sellado . En fin, él estudia la manera de hacerlo para que el resto del mundo admire el arte plumario legado de sus antepasados.
 
Siguiendo la tradición de los antiguos orfebres, México es el país donde se realizan los más bellos trabajos en plata tanto en joyería como en piezas de ornato en los que se representan los más diversos motivos. Las vajillas elaboradas con este metal son dignas de la mesa de un rey.
En Azcapotzalco quedan algunos talleres que trabajan con maestría la plata, uno de ellos es propiedad de la familia López. Este taller se localiza en Camino del Recreo, en el barrio de San Lucas Atenco, en este lugar todos recuerdan a Don Juventino López como un hombre íntegro y muy trabajador, a sus ochenta años todavía trabajaba con el entusiasmo de cualquier joven de veinte, amaba su trabajo, era un verdadero artista que mostraba orgulloso las obras de arte que se fundían en su taller.                                                                                     
Cada 29 de septiembre el Sr.Crescencio León se da a la hermosa tarea de adornar el templo de San Miguel Arcángel. De un día para otro tiene que elaborar el arco de flores que adornará la entrada de la iglesia. El arco es elaborado con flores naturales de ahí la premura para hacerlo, pues las flores deben estar como recién cortadas para un mayor lucimiento de la fiesta. También confecciona una tapete de aserrín, el aserrín es teñido con anilinas de diferentes colores, ya teñido se dibuja en el piso el diseño elegido, los motivos son grecas y flores, se va poniendo el aserrín sobre los trazos, el resultado es un hermoso tapete. Hermosa tradición. Obras de arte efímeras y bellas. 
 
Citas:
1 SAHAGÚN, Bernardino de. Historia general de la Nueva España 2, libro nono, Cap.XV, p. 579.   Alianza Editorial Mexicana. México 1989.
2 SAHAGÚN Bernardino de. Historia general de la Nueva España 2, libro nono, Cap.XV, p. 581.
Alianza Editorial Mexicana. México  1989.
3 DE LAS CASAS, Bartolomé. Los indios de México y Nueva España, Sección segunda, Cap. VII, p.24-25. Editorial Porrúa, S.A., México 1966.
4 CLAVIJERO, Francisco Javier. Historia Antigua de México, LibroVII, 51 Obras de fundición, p.252-253. Editorial Porrúa, S.A.. México 1987    
 
 
                          Azcapotzalco, D.F., enero de 2004

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